jueves, 10 de noviembre de 2011

La iglesia como familia


   Nuestra familia se ha extendido a través de los siglos, y en el mundo. Por gracia de Dios, fundamos hospitales, para cuidar a los enfermos.

Establecimos orfanatos y ayudamos a los pobres. Somos la organización caritativa más grande del mundo, trayendo socorro y alivio a los necesitados.

Educamos a más niños pequeños que cualquier otra institución educativa o religiosa.

Esta encargada de desarrollar el método científico y las leyes de la evidencia.

Fundamos el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de toda vida humana y custodiamos el matrimonio y la familia.

La familia desde el punto de vista de los niños



                                                      

Los niños  ven la familia como  un lugar donde tienen protección,       amor y seguridad, donde  esta el ambiente que le  suplen todas esas necesidades fisiológicas, de afililiacion y socialización que necesita todo ser humano para vivir y desarrollarse. Todos los niños ven a sus padres como el modelo  que quieren seguir y siempre tratan de  hacer todo lo que hace el padre y la madre. 

La mirada de los niños sobre los adultos y especialmente sobre sus padres influye en la forma en que se vinculan con ellos, pero también con la realidad.

A los ojos de sus hijos, la forma en que los padres se comportan puede resultar para ellos muchas veces incomprensibles. Escapar a sus miradas y a sus juicios no es posible.

A veces será una mirada asustada sobre las rabias; otras, será una mirada orgullosa de lo que está haciendo.

Los descubrimientos sobre lo que hacen los adultos que están a cargo de educarlos, dejan huellas en su biografía y se consolidará como una imagen interna sobre ellos.

En la infancia esta mirada puede ser algo ingenua y benevolente, pero a medida que van creciendo y especialmente cuando se hacen adolescentes, su percepción será más implacable.

A veces los adultos actúan como si los niños no existieran y hablan de temas complejos delante de niños o niñas, que no tienen la estructura cognitiva para entender.

A veces los adultos pierden la perspectiva de cómo los niños absorben como esponjas la información, y tienden a no darse cuenta de la presencia de los niños mientras hablan.

El teléfono es una instancia en que son particularmente indiscretos y descuidados cuando están hablando.

De a poco, los niños y las niñas, se van dando cuenta de quiénes son sus padres y pueden pasar de una mirada amorosa a juicios implacables.

No son espectadores pasivos, observan lo que hacen sus padres, cómo ocupan su tiempo, lo que hablan entre ellos y con otros.

Su juicio sobre lo que ven marcará su validación o rechazo de las creencias y actitudes, especialmente de aquellos que tienen que ver con la forma en que se sienten tratados.

Esta imagen interna de cómo se han sentido tratados continúa hasta la vida adulta .La familia  es la encargada de inculcar  y e enseñar al niño o niña los valores morales, y la educación básica para que  el niño sea una persona con base moral y religioso en el mañana.

Pensamientos de la iglesia sobre la Homosexualidad


                 

                       

    Un tema tan sensible como el de la cuestión homosexual debe ser tratado con más seriedad y rigor.

Las bases de muchos puntos de vista cristianos provienen de la idea de que la sexualidad humana fue creada por Dios con el propósito de la procreación y la intimidad que proporciona a una pareja sexualmente activa una relación íntima, emocional y espiritual, a través de la íntima relación física. De ese modo, el sexo debe restringirse a una relación de por vida entre un hombre y una mujer.

El matrimonio es un compromiso a una relación íntima y permanente como base sobre la que construir una familia estable. Dado el énfasis en la función procreativa del sexo, las relaciones sexuales y los actos sexuales específicos que no conduzcan a la concepción son desaconsejados o expresamente prohibidos, por algunas confesiones cristianas.

No obstante, un pequeño número de iglesias y confesiones cristianas consideran moralmente aceptable la homosexualidad.

Como la humanidad vine pecando desde el principio en el Nuevo Testamento Pablo inspirado por el Espíritu Santo hace un llamado de alerta  de arrepentimiento en los siguientes versículos:  

Rom. 1, 26-27: "Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío".

1 Cor 6, 9-10: "...Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, heredarán el Reino de Dios". 

jueves, 3 de noviembre de 2011

La familia de ayer y hoy


                    



La sociedad actual dista mucho de la sociedad primitiva patriarcal que nos presenta Moisés en el Pentateuco, y que ejemplifica notoriamente con Abraham disponiendo a su conveniencia de su esposa Sara, Agar, su sierva-amante egipcia y de los hijos de éstas.

Ya hay igualdad de derechos en los géneros, al menos en el plano teórico, y la mujer se considera una socia igualitaria con el hombre en el matrimonio; y los hijos tienen, igualmente, derechos  que deben ser respetados por familiares y extraños, por ser estos los miembros más frágiles de la sociedad y que están en obvia desventaja en su relación con los adultos.

La obligación en el mundo actual de que ambos miembros de la pareja trabajen, ha conllevado a que la educación de los hijos esté mayormente a cargo de los maestros y las niñeras. Los padres apenas comparten con sus hijos por un rato durante las noches aprovechando los anuncios de sus programas televisivos preferidos.

Ya no hay ocasión para el castigo físico por leve que sea, salvo el riesgo de ser denunciados por violencia infantil y exponerse a multas y cárcel, y hasta, incluso, ser despojados de los hijos por ineptitud para la educación y crianza modernas.

Incluso, las manifestaciones de amor de los padres hacia sus hijos se ven limitadas actualmente.  Un beso en la boca o en el área genital de una madre a un hijo pequeño, por ejemplo, puede tomarse como caricia malsana, provocadora y deformante, y no se diga si el beso en la boca es de un padre a su hija pequeña. El baño en familia, por supuesto, está proscrito por considerarse un acto pervertidor intolerable.

Es cierto que hay reportes de casos, incluso recientes, de padres que han secuestrado a hijas, abusado reiteradamente de ellas, embarazado repetidamente, manteniendo a los hijos-nietos alejados de la sociedad ocultos en cuartos-cárceles o sótanos. Pero esto no es lo habitual. Y las personas que cometen esos actos son enfermos que más que repulsa general y palizas por multitudes, ameritan tratamiento médico y psicológico a fin de corregir las distorsiones y anomalías de su personalidad.

Estoy convencido de que las familias del siglo pasado eran más sanas emocionalmente que las actuales. Una evidencia irrefutable de ello era la estabilidad del matrimonio, contrario a las cifras actuales de divorcio del 60% y con tendencias francas a seguir aumentando.

Si no se hace un esfuerzo de conjugación entre lo bueno de antaño y lo actual estaremos perdidos. El amor de los padres hacia  los hijos es más sentimiento que principio, y a la manifestación espontánea del mismo no se le deben poner trabas descabelladas.

La única forma de recomponer esta sociedad tan quebrantada es mejorando la unidad familiar y esto conlleva manifestaciones de amor y de castigos razonables cuando se ameriten.